Aumento alarmante de denuncias por violencia doméstica en hombres
En Honduras, la violencia doméstica no solo afecta a las mujeres y niñas, sino que también está impactando significativamente a los hombres, reflejando una crisis social y de seguridad que requiere una atención inmediata y integral.
La escalada de la violencia doméstica
En los últimos años, Honduras ha visto un incremento alarmante en las denuncias de violencia doméstica, y aunque tradicionalmente se ha enfocado en las víctimas femeninas, un número creciente de hombres también están siendo afectados por este problema. La violencia doméstica, que incluye maltrato físico, psicológico y sexual, está dejando una huella profunda en la sociedad hondureña.
Según datos recientes, en 2021 se registraron un promedio diario de denuncias por violencia doméstica, con un aumento significativo en comparación con años anteriores. Este aumento se ha mantenido en los años siguientes, lo que indica una tendencia preocupante[2][3].
Hombres como víctimas de violencia doméstica
Aunque la violencia doméstica contra las mujeres es un problema bien documentado, la situación de los hombres que sufren este tipo de violencia es menos visible pero igualmente grave. En 2021 y 2022, se han reportado casos de hombres que han sido víctimas de maltrato por parte de sus parejas o familiares, lo que sugiere que la violencia doméstica no discrimina por género.
Un aspecto crucial es que los hombres pueden enfrentar barreras adicionales para denunciar el maltrato debido a estereotipos de género y la estigmatización. Esto puede llevar a una subreportación de los casos, haciendo que el problema sea aún más difícil de abordar.
Factores que contribuyen a la violencia doméstica
La pandemia de COVID-19 ha exacerbado la situación de la violencia doméstica en Honduras. El confinamiento ha encerrado a las víctimas con sus agresores, aumentando la frecuencia y la gravedad de los abusos. La directora del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (Unah), Migdonia Ayestas, ha destacado que la pandemia ha agravado la situación al no permitir que las víctimas tengan acceso a espacios seguros y a medidas de prevención efectivas[1].
Además, la falta de políticas públicas efectivas y la inadecuada implementación de las leyes existentes para proteger a las víctimas de violencia doméstica son factores clave en la persistencia de este problema. La violencia doméstica se ve a menudo como un asunto privado, lo que dificulta la intervención de las autoridades y la sociedad en general.
Estadísticas alarmantes
Las estadísticas sobre violencia doméstica en Honduras son alarmantes. En 2022, se reportaron 306 muertes violentas de mujeres y femicidios, aunque este número representa una reducción del 7.3% en comparación con 2021. Sin embargo, la violencia contra los hombres también está aumentando, aunque los datos específicos sobre este grupo son menos comunes[3].
Las denuncias de maltrato intrafamiliar han aumentado significativamente, con un promedio de 306 denuncias diarias en los primeros cinco meses de 2021, un aumento de 24 casos en comparación con el año anterior. Este incremento refleja una sociedad en la que la violencia dentro del hogar se está volviendo cada vez más común y aceptada[1].
Casos recientes y su impacto
Recientemente, en la ciudad de San Pedro Sula, se registró un doble homicidio cometido por un guardia de seguridad contra su exsuegra y su propio hijo, mientras que la madre del niño sobrevivió con graves secuelas. Este caso, aunque extremo, ilustra la crueldad y brutalidad que puede ocurrir en el contexto de la violencia doméstica[2].
Otros casos incluyen el maltrato a menores, como el incidente en el que una madre intentó quemar el pie de su hija de 3 años, reflejando un panorama sombrío de abusos que ocurren dentro de los hogares hondureños. En los primeros 14 días de 2025, se reportaron 261 denuncias de maltrato infantil, lo que subraya la urgente necesidad de políticas públicas efectivas para proteger a los niños y niñas[4].
La necesidad de políticas públicas efectivas
La prevención y el abordaje de la violencia doméstica requieren políticas públicas integrales y efectivas. Es crucial que el Estado asuma su responsabilidad en la gestión y prevención de la violencia, más allá de las medidas de reacción ante el delito. La creación de programas de prevención, el fortalecimiento de las leyes existentes y la sensibilización de la sociedad son pasos esenciales para reducir la incidencia de la violencia doméstica.
Además, es importante abordar las condiciones sociales y económicas que contribuyen a la violencia. La pobreza, la desigualdad y la falta de acceso a educación y empleo son factores que pueden exacerbar la tensión dentro de los hogares y aumentar la probabilidad de violencia.
Acciones y apoyo a las víctimas
Organizaciones como la Asociación Calidad de Vida han brindado apoyo a más de 18,400 mujeres y niñas en distintos departamentos del país, proporcionando cuidado integral y ayudándolas a reintegrarse a la sociedad. Sin embargo, es necesario ampliar este tipo de apoyo para incluir a todas las víctimas de violencia doméstica, independientemente de su género[2].
La Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF) también ha implementado medidas para abordar el maltrato infantil, incluyendo un seguimiento multidisciplinario para las víctimas. Este enfoque debe extenderse a todas las víctimas de violencia doméstica, asegurando que reciban el apoyo psicológico, social y legal necesario.
En resumen, la violencia doméstica en Honduras es un problema complejo y multifacético que requiere una respuesta integral y coordinada. Es esencial reconocer que la violencia doméstica afecta a todos los miembros de la familia, independientemente del género, y trabajar hacia políticas públicas y sociales que promuevan un entorno seguro y respetuoso para todos.