Honduras: Castro cambia retórica, pero denuncia extradición a EE. UU.
En un giro significativo en la política exterior de Honduras, la presidenta Xiomara Castro ha ordenado la denuncia del tratado de extradición con los Estados Unidos, marcando un punto de inflexión en las relaciones entre ambos países. Aunque esta decisión se alinea con la histórica retórica anti-estadounidense de varios líderes latinoamericanos, la situación actual presenta matices interesantes.
Antecedentes y Motivaciones
La decisión de denunciar el tratado de extradición se produjo después de una serie de eventos que tensaron las relaciones entre Honduras y Estados Unidos. Una de las causas directas fue la reunión de autoridades de Defensa de Honduras con el ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López, quien está sancionado por el Departamento del Tesoro de EE.UU.[2][3].
La Embajadora de Estados Unidos en Tegucigalpa, Laura Dogu, expresó su sorpresa y decepción por esta reunión, especialmente dado que el gobierno hondureño ha estado en una lucha constante contra los narcotraficantes. Sin embargo, la presidenta Castro y su gobierno argumentan que la injerencia y el intervencionismo de los Estados Unidos en la política hondureña son intolerables[2].
La Denuncia del Tratado de Extradición
El canciller hondureño, Eduardo Enrique Reina, justificó la cancelación del tratado de extradición argumentando que podría ser utilizado como “arma política” para perseguir a funcionarios o militares de alto rango. Reina también sostuvo que la anulación del acuerdo es una prerrogativa del Poder Ejecutivo y no requiere aprobación del Congreso[3].
La notificación oficial de la denuncia se remitió a la Embajada de Estados Unidos en Tegucigalpa el 28 de agosto de 2024. Esta medida ha generado un rechazo generalizado, especialmente entre aquellos que temen un recrudecimiento de la violencia y la corrupción en el país debido a la reducción de la presión sobre los narcotraficantes hondureños[5].
Implicaciones y Reacciones
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Impacto en la Lucha Contra el Narcotráfico: La comunidad internacional observa con atención el futuro de la cooperación entre Honduras y Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico. La terminación del tratado de extradición reducirá significativamente la capacidad de extraditar a narcotraficantes hondureños a EE.UU., lo que podría aumentar la violencia y la corrupción en el país[3][5].
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Relaciones con Venezuela: La reunión con el ministro de Defensa venezolano sancionado por EE.UU. ha sido un punto de fricción. La presidenta Castro también felicitó públicamente al presidente venezolano Nicolás Maduro por su victoria en elecciones, lo que ha distanciado aún más a Honduras de Estados Unidos[3].
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Injerencia y Intervencionismo: La presidenta Castro ha sido clara en su rechazo a lo que considera injerencia y intervencionismo de los Estados Unidos en la política hondureña. Este sentimiento se alinea con una retórica anti-estadounidense que ha sido común en varios países latinoamericanos, como se vio en las declaraciones de Fidel Castro en el pasado, quien acusaba al “imperialismo norteamericano” de various males globales[1].
Cambio en la Retórica
Aunque la denuncia del tratado de extradición refleja una postura firme contra la influencia estadounidense, es importante notar que la retórica de la presidenta Castro ha mostrado un matiz diferente en comparación con líderes del pasado. Mientras Fidel Castro atacaba virulentamente a Estados Unidos y acusaba a la Administración Reagan de ordenar su asesinato, la presidenta Castro se enfoca más en la soberanía y el respeto a la política interna de Honduras[1].
Este cambio en la retórica sugiere una estrategia más calculada y menos confrontativa, aunque igualmente firme en la defensa de los intereses nacionales. La presidenta Castro ha utilizado las redes sociales para comunicar sus decisiones y justificarlas basándose en la Constitución y los tratados internacionales, lo que indica un enfoque más moderno y transparente en la comunicación política[2].
En resumen, la decisión de Honduras de denunciar el tratado de extradición con EE.UU. es un reflejo de las tensiones y desafíos en las relaciones bilaterales, pero también muestra un cambio en la forma en que los líderes latinoamericanos abordan estos conflictos. Mientras se mantiene la firmeza en la defensa de la soberanía, la retórica ha evolucionado hacia un enfoque más estratégico y menos confrontativo.