“Fallece Luis Felipe Noé: Icono de la Pintura Argentina”

Fallece Luis Felipe Noé: Icono de la Pintura Argentina

El miércoles 9 de abril de 2025, el mundo del arte argentino y latinoamericano se vio conmocionado por la noticia del fallecimiento de Luis Felipe “Yuyo” Noé, un artista plástico y intelectual que dejó una huella indeleble en la historia del arte contemporáneo. Noé, quien había cumplido 92 años, murió en su casa de San Telmo, rodeado de su familia, después de sufrir un accidente cerebrovascular la semana anterior[2][4][5].

Trayectoria Artística y Legado

Luis Felipe Noé nació en Buenos Aires en 1933, en una familia profundamente arraigada en el mundo intelectual. Su padre, Julio Noé, fue director de la revista Nosotros, una publicación fundamental en la vida literaria porteña. Desde muy joven, Noé estuvo inmerso en el arte, recordando una biblioteca llena de libros en el escritorio de su padre y reconociendo pintores en el Salón Nacional con la misma naturalidad que otros niños reconocían marcas de autos[3].

Noé inició su formación artística en el taller de Horacio Butler y, aunque comenzó a estudiar Derecho en la Universidad de Buenos Aires, pronto abandonó esta carrera para dedicarse por completo al arte. Su debut en el mundo del arte se produjo en 1959 con su primera exposición individual en la Galería Witcomb, donde se gestó una amistad crucial con artistas como Alberto Greco, Rómulo Macció y Jorge de la Vega[2][3].

El Movimiento de la “Otra Figuración”

Uno de los capítulos más significativos en la carrera de Noé fue su participación en el movimiento artístico conocido como “Otra Figuración”. Junto a Greco, Macció, De la Vega, Ernesto Deira, Sameer Makarius y Carolina Muchnik, este grupo rompió con la dicotomía entre la abstracción y la figuración, marcando una nueva etapa en el arte argentino. La “Otra Figuración” debutó como grupo en la galería Peuser en 1961, y sus obras combinaban elementos de protesta política con desestructuraciones formales innovadoras[2][4].

Reconocimientos y Viajes

La trayectoria de Noé estuvo marcada por numerosos reconocimientos y viajes que enriquecieron su perspectiva artística. En 1965, obtuvo una Beca Guggenheim que le permitió trasladarse a Nueva York, donde expuso en la Galería Bonino y participó en el Premio Internacional Guggenheim. Su obra Carisma fue adquirida por la institución durante su estancia en la ciudad[2][4].

Después de su regreso a Buenos Aires en 1968, Noé decidió abandonar la pintura por un período de nueve años, dedicándose a escribir y enseñar. Durante este tiempo, escribió artículos como “En la sociedad pop la vanguardia no está en las galerías de arte” y comenzó a trabajar en su libro El arte entre la tecnología y la rebelión, que finalmente se publicó en 2020 debido al contexto político de la época[2].

Exilio y Regreso

En 1976, tras el Golpe Militar en Argentina, Noé se exilió en París, viajando constantemente entre Europa y Latinoamérica hasta que se instaló definitivamente en Buenos Aires en 1987. Ese mismo año, el Museo Sívori realizó una muestra retrospectiva de su obra, titulada “Luis Felipe Noé. Panorama de 30 años”, y también expuso en Ámsterdam[2].

Obras y Publicaciones Destacadas

La obra de Noé es vasta y diversa, reflejando su visión crítica y experimental del mundo. Una de sus obras más destacadas es Introducción a la esperanza, ganadora del Premio Nacional del Instituto Di Tella en 1962 y posteriormente donada al Museo Nacional de Bellas Artes. Otras obras notables incluyen Tormenta en la Pampa, Homenaje a una pintura escrita por Sarmiento (1991) y Jeroglífico metafísico rioplatense (1992), que forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Bellas Artes y la Colección Amalia Lacroze de Fortabat, respectivamente[2][4].

En la década de 1990, Noé publicó varios libros de ilustraciones, como A Oriente por Occidente (1992) y El otro, la otra y la otredad (1994), que desarrollan teorías y reflexiones gráficas sobre temas como el descubrimiento de América y la relación con la otredad[2].

Legado y Reconocimientos

Luis Felipe Noé recibió numerosos reconocimientos a lo largo de su carrera. En 1997, obtuvo el Gran Premio de Honor del Fondo Nacional de las Artes, y su obra continuó siendo celebrada y expuesta en museos y galerías de todo el mundo[2].

Hasta sus últimos días, Noé siguió pintando, escribiendo y compartiendo su visión del mundo. Recientemente, presentó un libro de 500 páginas titulado Asumir el caos, donde condensó su pensamiento y visión sobre la vida y el arte. En este trabajo, reflexionó sobre la naturaleza del caos y el tiempo, destacando que “el caos es la vida misma y ahí está todo, hasta lo bueno; lo que pasa es que no nos damos cuenta porque creemos que solamente es lo malo”[4].

La Fundación Luis Felipe Noé

En 2019, Noé creó la Fundación que lleva su nombre, con el propósito de preservar y proyectar su legado. La Fundación expresó su pesar por su fallecimiento, destacando que “su legado perdura en cada obra, en cada palabra, en cada gesto que invitó a pensar y a crear”. La Fundación reafirmó su compromiso con el pensamiento de Noé, asegurando que seguirán honrando su memoria en cada acción de su existencia[1][3].

La muerte de Luis Felipe Noé deja un vacío irreparable en el mundo del arte, pero su obra y su pensamiento continuarán inspirando a generaciones futuras. Su legado es un reflejo de su incansable vitalidad y generosidad, y su influencia en la pintura argentina y latinoamericana es imborrable.

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